sábado, 7 de mayo de 2011

El Islam y las formas artísticas bajo la dinastía Abbasí.

Caracteres generales del Arte del Islam.

El Islam, tras el judaísmo y el cristanismo, es la tercera de las grandes reiligiones monoteístas del Libro, surgidas en el Próximo Oriente, cuya irrupción en la Historia se computa a partir del día 16 de julio del año 622 de la era cristiana, fecha en que Mahoma (en árabe Muhammad, el Alabado) se expatrió desde la Meca hasta Yatrib en adelante conocida como Medina. Esta expatriación o “hégira” es el acontecimiento que determina el inicio del calendario religioso islámico.
EL libro sagrado del Islam es el Corán, donde se contiene la palabra de Dios (Allah), revelada por medio del arcángel Gabriel al profeta Mahoma. El texto del Corán quedó fijado definitivamente en época del Califa Utmán (644-656) y está sistematizado en ciento catorce azoras o capítulos, que a su vez se dividen en aleyas o versículos. El Corán no es solamente un credo religioso sino la norma que rige toda la vida musulmana; es a la vez ética y legislación.

                                                                                     

Los orígenes del Islam:

Tanto si evocamos la Cúpula de la Roca en Jerusalén, la mezquita de los Omeyas en Damasco, la mezquita de los Aglabíes en Kairuán o la Gran Mezquita del Califato de Córdoba, todas estas obras maestras del primer arte árabe manifiestan la fastuosidad del Islam clásico.

La eclosión en Arabia, en el S. VII de nuestra era, de la tercera de las grandes religiones con Escritura, tras la predicación del Profeta Mahoma en La Meca y Medina, es un acontecimiento que revoluciona el mundo tardoantiguo. Poco después de la muerte del fundador del Islam, y basándose en los suras del Corán, las tribus árabes extienden la fe musulmana: lanzan sus escuadrones al asalto de las dos grandes potencias-la bizantina y la sasánida-que entonces se disputaban el Oriente Próximo.

Al igual que los Sasánidas de Persia, los Bizantinos, dueños del Imperio cristiano de Oriente, son derrotados. Sus ejércitos se vienen abajo ante los camelleros y jinetes surgidos del desierto de la península arábiga. En unas décadas, los recién llegados ocupan inmensos territorios. Un siglo después del comienzo de la expansión musulmana, los califas reinan sobre un imperio que va desde el Atlántico y desde España hasta las puertas de China. El mundo sasánida se ha eclipsado, y Bizancio ha perdido gran parte de sus posesiones en Oriente Próximo y en el Mediterráneo. La afirmación del Islam reúne bajo la bandera verde el profeta a millones de hombres que instauran un orden mundial inédito.

A esta nueva religión le corresponden evidentemente unos cultos y unos rituales nuevos, que exigen unos edificios particulares. A partir del modelo que crea Mahoma en su propia morada, en Medina, se elabora la forma de la mezquita. Se trata de un lugar de oración original que responde a las necesidades de los creyentes musulmanes y constituye un centro de reunión muy concreto. La mezquita conocerá infinitas variantes bajo latitudes y los climas más diversos. Los alzados se multiplicarán a finales del siglo VII, para dar vida a una arquitectura grandiosa. Porque crea unos espacios sin igual; porque constituye una profunda innovación en el arte de construir; porque proporciona a la civilización islámica un prodigioso  instrumento de expansión religiosa y de meditación colectiva.
Es la expansión de este arte en el mundo árabe, durante los seis primeros siglos de la hégira-es decir, hasta el fin del imperio de los Abasíes de Bagdad en 1258-.

Fuentes Preislámicas:

El poder árabe no surge de la nada por un golpe de gracia a la llamada del Profeta: un largo pasado pre-islámico había dado a la Península Arábiga una historia que sigue siendo poco conocida, aunque jalonada por los vestigios de las civilizaciones complejas. Con una extensión tan grande como la de cinco o seis veces España (3 millones de Km. cuadrados), pero relativamente poco poblada debido a la presencia de grandes extensiones desérticas, Arabia se extiende entre el mar Rojo y el golfo Pérsico. Limita al norte con Mesopotamia. Su masa compacta presenta al sur unas cadenas montañosas que hacen de protección contra los vientos del monzón procedente del océano Indico. El Yemen, el Hadramaut y el territorio de Omán, son regiones lluviosas y favorecen una existencia sedentaria. Aquí se practica una agricultura sobre terrazas de los djebels. Los valles son fértiles y facilitan las instalaciones hidráulicas: embalses y canales de riego. Por otra parte, en los oasis que salpican el desierto-donde crecen las palmeras de dátiles- las tribus llevan una vida jalonada por las lluvias irregulares de los territorios esteparios es opuesta a la de los agricultores del Sur, cuya actividad está marcada por las estaciones.

Entre estas dos clases de población, las tensiones son siempre muy fuertes. Pero la prosperidad de los sedentarios .que ocupan pueblos fortificados en la montaña, donde practican la agricultura y cultivan arbustos que producen el incienso –tiene como contrapartida la movilidad de los semi-nómadas. Estos disfrutaban de las ventajas del comercio a gran distancia, transportando en sus caravanas los preciosos aromas hasta los puertos del Mediterráneo.

Las poblaciones del Hedjaz –en el centro de Arabia- se especializan en este comercio a través del desierto. Conseguido el control de los intercambios por tierra y por cabotaje, los marineros árabes se lanzan a la navegación de alta mar. Aprovechando las grandes corrientes del monzón descubierto por el legendario Hipalos, aprende a hacer el trayecto, a través del océano Indico, entre los puertos de Leuke Kome, en el mar Rojo y de Adén, y la costa de Malabar, en la India, regresando cuando los vientos progresivamente en un centro de intercambios entre Oriente y Occidente.


La larga duración del califato Abbasí (750-1258) desborda ampliamente el marco temporal aquí fijado para analizar la formación del primer arte islámico, por lo que tan solo se va a considerar su primer momento de esplendor.
La Dinastía Abbasí, procede de un tío de Mahoma, concretamente de Al –Abbas.  En el año 750, impulsado desde el este de Irán, un miembro descendiente de Al – Abbas,  llamado Abu al-abbas. Asesinará a todos los miembros de la dinastía Omeya, excepto a uno, Abderraman I.
En el año 758, los mongoles conquistan Bagdad, y se convierte en la nueva capital del imperio islámico, en el año 762, cuando un miembro de la dinastía Abbasí traslada la capital omeya, Damasco a Bagdad.
En el año 762, Al-Mansur erige una nueva ciudad la de Bagdad, que recibe el nombre de Madina As-Salam (Ciudad de la Paz). El centro del universo y del imperio islámico, por eso se concibió todo el trazado en forma circular.
El concepto Patriarcal del poder, que mantenían los Omeyas, va a ser sustituido por una concepción teocrática, de raíz oriental; en el terreno artístico la tradición bizantina que había dominado durante la época omeya, caracterizada por el uso de la piedra sillar, de la columna, de los revestimientos de mármol y de mosaicos, y de las tipologías urbanas y arquitectónicas mediterráneas, cede el paso a la tradición irania, paulatinamente introducida  en los últimos tiempos omeyas y ahora recibida con rotundidad. Los nuevos materiales serán el ladrillo y el adobe, el principal elemento de soporte será el pilar, se generaliza el sistema de abovedamiento sobre trompas, y las nuevas tipologías urbanas y arquitectónicas desplazan a las mediterráneas.

Madina As-Salam, fue dotada con varias entradas al noreste Jorasam, al sureste Basora, al suroeste Kufa y al noroeste Damasco. Reciben los nombres de los principales territorios islámicos.
Las entradas dotadas de torres y lienzos de muralla de adobe, doble muralla con foso lo que le da un carácter defensivo. La segunda planta se encuentra coronada por una cúpula de oro con una veleta de forma de figura humana. Esta segunda planta servia como salón para el califa para ver a sus amigos y enemigos.

En el interior de la ciudad existe un circulo exterior en donde se levantan los edificios destinados al comercio y las viviendas y separado por una calle nos encontramos dependencias del gobierno, palacios vinculados con la corte de tareas administrativas y gurnamentales. En el centro de la ciudad se encuentra La Dar al Jilafah, la constituye simbolizando el poder islámico, la mezquita y el palacio del califa. La planta de la mezquita es cuadrangular y va unida al palacio del califa. También actuaba como mezquita aljama, mezquita congregaciónal.

La estructura cruciforme de la planta se lama iwan y son estancias rectangulares y abovedadas se utilizan como salones de recepción y cada uno de estos iwan confluye con una estancia cuadrangular y era la sala de audiencias del califa, que estaba cubierta por una cúpula y sobre esta sala había un segundo salón cupulado y se le denomina qubbat al- khadra (cúpula verde o celeste). Había una veleta en forma de jinete y dependiendo de donde señalase la lanza el califa sabia por donde venían sus enemigos. Fue destruida por una tormenta. Al igual que la ciudad de Bagdad, también será destruida, ya que sufre una gran absorción por la metrópolis.


Palacio Uhaydir, A unos 120 km al sur de Bagdad, se levanta en el desierto las impresionantes ruinas de Uhaydir. Fue mandado construir por un sobrino del califa Al Mansur, Isa Iben Musa (sobrino), en el año 778. Se inscribe dentro de una línea defensiva. Está fomado por una primera muralla, que a la vez está compuesta por otra segunda muralla, que encierra el palacio. ¿Este palacio realizado en mampostería y en ladrillo?; nos encontramos con una planta cuadrangular que denota un cierto carácter defensivo, y en las esquinas posee unas torres ultra semicirculares, en cada uno de los lienzos; entre las 44 torres adosadas hay torres semicirculares que sirven como contrafuertes.    


1)      Puerta Principal.
2)      Puerta Secundaria
3)      Vestíbulo abovedado.
4)      Mezquita.
5)      Patio para el ceremonial.
6)      Sala de recepción o aula palatina.
7)      Viviendas que dan al patio.
8)      Palacio anexo.
Planta de Uhavdir. 


 Tiene 4 puertas al norte, al sur, al este y al oeste, las entradas sur este y oeste están configuradas por torres de 1/4, y la entrada principal al norte cuadrangular diferente a las otras. Atravesando esta entrada tenemos un Iwan, estancia rectangular sirve como vestíbulo o recepción. Estasala está cubierta por una bóveda de ladrillos ligeramente aputada sobre unas arcadas de mampostería soportadas por grandes columnas cilíndricas. Los arcos perpendiculares a la nave forman el soporte de la bóveda. El aspecto general, pesado y macizo, recuerda a algunas construcciones del primer románico, que aparecerán en Occidente dos siglos después.
(Iwan.)
A la derecha del Iwan, está la mezquita (oratorio privado)formada por una sala oblonga de un solo intercolumnio, precedido por un patio bordeado sobre tres de sus lados por un portico de columnas redondas de mampostería estucada, de decoración meramente abstracta.


 A la izquierda pasamos a un patio de ceremonias, que conduce al salón del trono, donde el califa va a recibir a las embajadas extranjeras, a amigos suyos, etc.. configurado por otro iwan y que da paso a un espacio cuadrangular donde se sitúa el califa.
Alrededor del palacio se  disponen viviendas modulares llamado bytes, que se amontonan en torno a un patio central son viviendas estancias. Al este los baños, de mampostería recubierto de estuco en las fachadas, arcos elípticos que proceden del mundo persa Sasánida. Columnas robustas en mampostería que soportan los arcos. 

  
Ciudad de Samarra: Los Califas Abbasíes fundan al norte de Bagdad, siguiendo el mencionado sistema Paralático, la nueva ciudad palatina de Samarra (“Encantado está el que la ve”), habitada entre los años 836 y 892, con numerosos monumentos dispuestos a lo largo de 35 km, en la margen izquierdo del río Tigris, principal yacimiento arqueológico que nos permite acceder al conocimiento del primer arte Abbasí.
, Fue traslada a esta ciudad la capital en el año 836 que se situa al norte de Bagdad en la orilla derecha del río Tigris y a lo largo de unos 25 km se van jalonando una serie de construcciones.
La planta de la Ciudad redonda de Bagdad, tenía grandes desventajas puesto que no podía crecer en función de las necesidades, y no ofrecia un acuartelamiento práctico para las tropas que constituían la guardia personal del califa, formada por Turcos.
Al-Mutasim, rechaza el esquema de una ciudad cerrada y opta por una serie de barrios rodeados de muros, escalonados a lo largo del río.

Como Bagdad, quedan pocas cosas en esta ciudad que cuentan con las dos mezquitas más grandes del mundo islámico, y cuyos palacios se extienden respectivamente a lo largo de 36 hectareas el de Balkuwara, y de unas 150 hectáreas el anterior, el de
Jawsaq Al Jaqani, edificado por Al-Mutasim. Porque, también aquí, el material de construcción era el ladrillo secado al sol, con paramentos y bóvedas en ladrillo cocido y realces de estuco cincelado y pintado.  Construido en el año 836, de dimensiones colosales, fuerte axialidad y salón del trono de planta cruciforme; de los restos conservados de este edificio sobresale la llamada Bab al-Umma (Puerta del Pueblo), a modo de gran portada monumental, integrada por tres iwanes en arco aquillado, construida en ladrillo, con función de sala de audiencias.

Sistema de abovedado.
Las cubiertas en cañon de la puerta del palacio de Jawsaq Al Jaqani , en  Samarra, presentan al fondo de la estructura en forma de iwan, una fórmula de trompas angulares.

Un portal sobre el río, Palacio de Jawsaq Al Jaqani.
Sólo queda en pie la triple arcada monumental en barro cocido, con sus arcos apuntados que se abren sobre el Tigres.

Las construcciones alcanzan ya proporciones gigantescas.

Palacio de Balkuwara,  en Samarra, fundación del califa Al-Mutawakkil para el principe Mutazz (854-859), que retoma la disposición tripartita y los bayts en planta de T ya vistos en Uhaydir. Su eje principal se desarrolla sobre 800 metros, y rige unas instalaciones simétricas cercadas por unos muros jalonados por 160 torres en forma de hemiciclo. La planta está formada por una progresión de 300 metros hacia el Tigres. El eje atraviesa primero dos jardines, precedidos de grandes portales con iwans. A continuación conduce al cuerpo principal, cercado por una muralla de 460 metros de ancho por 100 metros de profundidad. Es aquí donde se encuentran las viviendas, con sus casas con un pequeño patio, según la costumbre tradicional en la región, ya que las viviendas de los diferentes miembros del séquito del califa son todas iguales.
En el centro se alza el palacio oficial, con las salas de ceremonia precedidas por un patio grande bordeado de pórticos que conducen a una estructura cruciforme. En el centro se encontraba una cúpula sostenida por cuatro iwans, a la manera de los Sasánidas. Una vez superada este aula regia, se llega a otro jardín dividido en cuatro pastes, cuya terraza domina el curso del río.
En este grandioso complejo no había más que salas cubiertas con preciosos revestimientos de madera, muros revestidos de estuco cincelados, pinturas policromadas que decoraban las salas del harén, en las que figuraban escenas de caza o baños de mujeres jóvenes medio desnudas. Porque si la prohibición de imágenes es muy respetada en los lugares de oración, no ocurre lo mismo en el palacio. Además en las salas y en el parque, un sistema hidráulico lleva su frescor a todas partes: surtidores y fuentes que murmuran, espejos acuáticos, en los que se reflejan las fachadas revestidas de espejos, de nácar y de mármol blanco, crean una transparencia aérea y etérea en este palacio de las “Mil y una noches”.

Las dos grandes mezquitas de Samarra son: La gran mezquita de Samarra, y la Mezquita de Abú Dulaf.
Es en la creación de las mezquitas donde culmina el gigantismo de las construcciones abasíes de Samarra.

La Gran Mezquita de Samarra que levanta el Califa Al-Motawakkil, entre el año 848 y el 852, se presenta, desde el exterior, como un recinto fortificado, jalonado por 44 torres semicirculares. Este muro alto, que mide 240x156 metros, delimita, por tanto, una superficie de 4 hectáreas. Está rodeado por dos cercados el exterior que foman la ziyada, zona de silencio destinada a aislar el lugar de oración del ruido de la ciudad. En el interior del recinto, en el que se abren catorce puertas un patio de 160x110metros estaba rodeado de pórticos en sus cuatro lados. Había tres filas de soportes al norte, cuatro al este y al oeste, y nueve al sur, que formaban el Haram. La sala de oración por tanto estaba formada por veinticinco naves de nueve intercolumnios, y son perpendiculares al muro de quibbla.
Sobre los soportes descansan directamente (sin recurrir a arcadas) un techo de madera de teca. Los pilares son octogonales, a los cuales se les adosan cuatro columnas de mármol, todo ello sobre una base cuadrada.
La construcción del ladrillo cocido representa demasiado lujo respecto a los edificios de ladrillo secado al sol que ofrecen, por ejemplo, los palacios. Además, las columnas-pilares estaban estucadas.
La zona del mihrab presumiblemente estaba adornada por un revestimiento suntuoso, en el que intervenían unos materiales preciosos, como por ejemplo pequeños ladrillos de loza, incrustaciones de nácar y marfil, etc. En el minbar se daba el sermón antes de la oración de todos los fieles, ofrecido por un predicador y consistia en el reconocimiento del califa Abbasí.

En cuanto al minarete, probablemente sea la obra más espectacular de la arquitectura abasí. Situado axialmente, al norte del recinto, se eleva en sentidos opuestos al muro de quipbla. Este minarete de 55 metros de altura, tiene la forma de una torre redonda, escalonada por una rampa helicoidal. Evoca a la imagen de la “torre de Babel” y de los Zigurats babilónicos, con su acceso por planos inclinados.
Toda la mezquita a escecpción del patio estaba cuebierta por una techumbre de madera, hoy en día destruida.




Mezquita de Abu Dulaf: se encuentra al noroeste de Samarra, al-Motawakil decidió edificar, en el 847, un nuevo barrio llamado Abu Dulaf. Hizo construir en él otra mezquita gigante que posee también un minarete helicoidal, pero menos colosal, puesto que mide 17 metros
Inagurado en el 861, este edificio presenta una sala de oración rodeada por un una muralla, jalonada de torres, que es casi tan grande como la de la Gran Mezquita. Pero en Abu Dulaf, el Haram está hecho por medio de grandes arcadas de barro cocido que reposan sobre unos pilares rectangulares, los que constituye un verdadero progreso desde el punto de vista arquitectónico.
La sala de oración cuenta con 17 naves de cinco intercolumnios a los que se añaden otros dos, a partir del mihrab, que son más anchos y que soportan unos pilares transversales. Este sistema, realzado por la nave principal, constituye una organización espacial en forma de T que caracteriza numerosas mezquitas hipóstilas, tanto en Egipto como en Kairuan y en el Magreb.
 Mausoleo de Qubbat al Sulaybiya, mandada contruir por la madre del Califa
al-Muntasir.
Hasta este momento no se habia construido jamás monumentos funerarios musulmanes. Una construcción tan suntuosa para conmemorar un difunto va en contra de los principios igualitarios del Islam en sus comienzos. El primer mausoleo que se conoce en tierra musulmana es el de Samarra, en la orilla derecha del Tigres, frente al Palacio de Jawsaq Al Jaqani.
Este monumento octogonal provisto de un deambulatorio que rodea una sala funeraria cuadrada con una cúpula de 6,3 metros de diámetro. Este edificio es la tumba del Calida Al-Muntasir. Su madre, fue la que ordenó su construcción ya que esta mujer era de origen ortodoxo. Posteriormente, aquí mismo también fueron enterrados los Califas
Al-Mutazz.


Por su planta, se inspira evidentemente en la cúpula de la Roca de Jerusalem. La existencia de un deambulatorio abovedado demuestra que allí se practicaba el rito de la circunvalación, cuya apropiación por parte los calidas indica el deseo de subrayar el carácter sagrado de lo soberano. El edificio estaba construido mediante una especie de piedra artificial modelada en forma de ladrillos cuadrados. Presumiblemente estaba revestido de estuco y de materiales preciosos. La cámara sepulcral se encuentra a varios metros por debajo del nivel del suelo.
El acceso a este edificio se trata de cuatro rampas alrededor.
Vemos aparecer así en Samarra el esquema de tumba destinada a los Principes islámicos. 







                    



1 comentario:

  1. Wowowowowoh! no sé tú, pero yo ya tengo suficiente historia del arte por este año...es broma

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