miércoles, 6 de abril de 2011

Admirables obras de Arte.

Me he propuesto a partir de ahora, comentaros obras de arte que conozco, que más impresión me han causado. La mayoría las conocí mientras estudiaba historia; algunas las conoceréis otras no, pero mi propósito es compartir la información que yo se de ellas, y si vosotros sabéis más contármelo porque me encatará saber mas cosas sobre ellas.
En esta primera entrada voy ha hablaros de una iglesia que cuando fui a visitarla, por fuera parecía singular sin interés y de las que recorres en medio minuto; pero al entrar mi percepción sobre la obra cambió totalmente, no había visto una iglesia de esa época con tanto color y misterio.


                  "SAN JULIAN DE LOS PRADOS" o "Santullano". (Asturias-Oviedo)

            


Es el templo más emblemático de la época de Alfonso II, construida sobre la primera mitad del S. IX. Su magnifico estado de conservación hace de él uno de los conjuntos más importantes de toda la Alta Edad Media Europea.
No aparece recogida en la "Crónica Pseudoalbedense", en la que se citan los monumentos que edificó Alfonso II, sin embargo, que es una construcción alfonsina queda perfectamente probado por las diferencias de las crónicas del círculo de Alfonso III. En la redacción de la crónica de este monarca se nos informa que Alfonso II, hizo construir una iglesia en honor de los santos Julian y Basilisa, no demasiado lejos de su palacio. El autor de la llamada versión erudita de la crónica anterior llega a precisar la distancia, que se estima algo menos de 200 metros de palacio.
En su orígen fue una basilica extramuros de Oviedo; para una comunidad monástica.
A través de ella podemos analizar las características de la arquitectura templaria de la época.

La planta es basilical con tres naves separadas por intercolumnios de arcos semicirculares apeados en pilares primáticos, una nave de crucero y una cabecera tripartita con testeros rectos. Lo más significativo de esta construcción es el crucero, constituido por una nave transversal, prácticamente tan ancha como la central, superando a ésta en una altura de casi dos metros.No se conoce en Europa un transepto en que se subraye su importancia con esta considerable altitud.
El análisis planimétrico del crucero no denuncia relación alguna con el europeo coetáneo anterior, y sí, en cambio, con precedentes hispanovisigodos como la iglesia de "Quintailla de las Viñas" (S. VII, Arte Visigodo, Burgos). El hispanismo de este crucero también se acusa en el gran iconostasio de fábrica, un arco flanqueado por dos ventanas, que tiene un inmediato procedente en el mundo hispanovisigodo, en la iglesia de "San Giao de Nazaré" (Portugal); donde un modesto templo reproduce igual disposición que, a su vez, como gran arco triunfal que es, tiene en España ejemplos romanos como el de Medinacelli.
Las diferencias con los transeptos de tradición paleocristiana-romana como los carolingios de Fulda, sobrepasando las colaterales, son tan plamarias que no es necesario insistir en ellas, pese que reiteradamente se indica una posible relación con lo europeo.
Existen en el crucero de Santullano un elemento funcional, extraño en este lugar, una tribuna o palco real. Esto es una exclusividad en Asturias puesto que, ni un solo templo palatino muestra igual disposición.
En los textos de la vieja liturgia hispánica se recoge la existencia de un espacio entre el altar y el lugar destinado a los fieles, denominado CHORUS. A causa de los diferentes órdenes de clérigos que deben de estar en este coro, se divide esta zona del templo en dos partes, son los repetidamente citados DUOS CHOROS. Necesariamente no supondrían una limitación espacial de fábrica para cada uno de ellos, sino una superficie subdividida en espacios por elementos muebles como pueden ser los canceles. Este ámbito que separaba el prebisterio de las naves de los fieles se extendía por la zona del crucero, aislandose éste de las naves por un gran iconostasio de fábrica, hasta el que se acercaban los fieles para recibir comunión.
              CABECERA

La decoración pictórica del interior es la que convierte a este edificio en una obra excepcional. Estuvo en su origen totalmente decorado con pinturas al fresco, que no se han conservado en su totalidad, pero puede reconstruirse el ciclo representado. Se distribuye en un zócalo, imitando mármoles, y por encima dos cuerpos decorativos más el inferior con arquitecturas y el superior, a la altura de las ventanas, registros arquitectónicos combinados con cortinajes que en lugares principales se convierten en arquerías que cobijan una gran cruz con piedras preciosas.
 
Se trata de un ciclo anicónico, cuyo significado debe ponerse en relación con Jerusalén Celeste representada con Arquitecturas. Aunque se han dado muchas interpretaciones, el profesor Bango (Profesor de Alta Edad Media en la UAM) ha demostrado que estamos ante un edificio de características monásticas, y no una capilla palatina como tradicionalmente se ha afirmado, con un programa iconográfico diseñado por el propio rey. Es un templo que él mismo ocuparía en una tribuna situada en el transepto y no a los pies como es habitual, diseñado y decorado de acuerdo al espíritu eclesiástico más estricto que no contemplaba la representación directa de la divinidad, actitud relacionada, sin duda, con la figura del hispanovisigodo Teudolfo. 

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